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Son las 3 de la mañana todo en mí suplica un descanso...

Deseo cerrar los ojos y abandonarme a esos brazos

donde una mano amiga guía mis pasos...


No hay señales de que eso suceda, me he resignado,

ya no hay nada que me inspire en mi desgano

ni criatura que consuele tanto deagarro.


Mi alma no para de dar vueltas, no hay amparo, no hay tregua...

la angustia y el miedo siguen ahí, conspirando...


Escribir es la única forma que me queda para expresar

lo que la mirada se niega a decir...


Soy un ausente, ya no queda nada de mi,

y como él no está a mi lado,

ya no puede hacerme hace daño.


El abismo es más profundo ahora, y yo me encuentro allí,

sentada en el fondo obscuro de la garganta

de mi propio diablo,

con la cabeza entre las manos, el cerebro apagado

y el corazón fuera de mi... pero a mi lado.
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